La primera pelotari manista con nombre y apellidos.

Hace años curioseando imágenes antiguas de raquetistas me topé con varias fotografías de 1938, realizadas por Pascual Marín en Eibar.

Fotos de raquetistas hay muchas, pero llama poderosamente la atención la mujer mayor que posaba en algunas de ellas. Su aspecto venerable, su posición preminente y el hecho de que le tributaban algún tipo de un homenaje, parecían insinuar que tras esa mujer había una gran historia, tal vez una pionera de la pelota femenina. Traté de averiguarlo por diversos medios pero no logré desentrañar el misterio.

Josefa Ignacia Albisu, Joxpinixi. Pelota en la mano y posando en el frontón de Eibar a sus 79 años.

De forma paralela, al escribir La increíble historia de la pelota vasca, conté la historia de María Albisu, la legendaria pelotari de Lazkao, que en 1885 retó y venció a dos hombres en sendos partidos de pelota a mano y acompañaba la historia con un recorte de la revista Laurak Bat.

Tras publicar el libro recibí un mensaje de Iñaki Arriaran, contándome que había realizado una investigación sobre la pelotari de Lazkao, y me confirmó que la mujer de las imágenes de 1938 era precisamente la pelotari de Lazkao. A Iñaki le agradezco su espléndido trabajo, recién publicado en el número 117 de la revista Bertsolari, por lo que realizada la primicia por quien la merece, es el momento en el que puedo narrar su fabuloso relato.

El nombre de nuestra pelotari es Josefa Ignacia Albisu Aranburu (y no María) o Joxpinixi y le apodaron Pelotari. Nació en Lazkao el 19 de marzo de 1859 y falleció en Donostia el 4 de febrero de 1950.

Su entrada en la historia pelotazale se produjo el 8 de marzo de 1885, cuando desafió, disputó y venció en dos partidos de pelota a mano contra dos hombres en el frontón de Lazkao.

El relato de cómo surgieron estos desafíos lo narró ella misma a la Revista Fotos del 24 de septiembre de 1938 y no tiene desperdicio: Joxepiñaxi vivía en el caserío Labetxea, situado junto al frontón, y Mateo Lasa en otro caserío cercano. Este a menudo se mofaba de las mujeres, hasta que un día Josefa Ignacia se hartó y le dijo: “Mira, Mateo; el otro día dijiste que las mujeres valíamos para poco: pues yo te digo que hasta soy capaz de jugar contigo un partido donde quieras y tengo la completa seguridad de ganarte”.

Recorte de la revista Fotos de 1938. La fecha es errónea (1885 es el año correcto) y se disputó en Lazkao, no en Eibar como indica el titular.

El fanfarrón se quedó primero de piedra y a continuación tiró de burla para eludir el reto: “¿Qué dises? ¿Ganar tú a la pelota? ¡Vaya, vaya, con la chiquita de Eibar”. Pero como el desafío ya era público, comenzaron a burlarse de él por no aceptarlo y le gritaban “¡Cobarde eres si no aceptas!”. Finalmente el boticario asumió la organización del encuentro y la prensa de la época recogió la enorme expectación que generó el partido antes de celebrarse, por ejemplo en la revista LAU-BURU del 8 de marzo de 1885 y La Voz de Guipuzcoa del 6 de marzo de 1885 (abajo).

El bocazas no tuvo otra que aceptar, y finalmente se jugó el 8 de marzo de 1885, casualmente el día que a partir de 1975 es oficialmente el Día Internacional de la Mujer.

Tita Azantza o Tita de Cambó es la primera pelotari vasca conocida con nombre y apellido, jugaba a guante y tenemos noticias de ella hacia 1790. María Unzueta la primera cestalari conocida, quien para 1890 utilizaba una xistera profesional. Las cestalaris valencianas y catalanas debutaron en 1897, mientras que las raquetistas surgieron en 1917. Por lo tanto, podemos asegurar que Josefa Ignacia Albisu es la primera mujer pelotari manista conocida por su nombre y apellidos.

La crónica del partido nos recuerda el ambiente de los grandes desafíos históricos de pelota: hubo una fiesta enorme en el pueblo; los caminos atestados de grupos que venían de los caseríos y pueblos cercanos; automóviles provenientes de San Sebastián, Tolosa o Segura; el frontón engalanado con banderas y a rebosar con más de 2.500 espectadores; gente en los balcones y ventanas, encaramados a los árboles y hasta subidos a escaleras para tener una buena visión; una pareja de la guardia civil y cinco o seis miqueletes (cuerpo de orden público) tuvieron que afanarse para despejar la plaza. Se jugaron, además de la honra, una onza de oro y su padre, José Joaquín Albisu Arres, se apostó una vaca a favor de Joxpinixi.

Una anécdota fantástica que revela el carácter de Joxpinixi y su actitud en el partido se produjo en el sorteo del saque. Su rival, Mateo, sacó una moneda de cobre, de escaso valor, y la lanzó al aire. Pero al caer al suelo Josefa Ignacia la pisó, se la devolvió y sacó un duro, mucho más valioso. Sin comenzar el partido había ganado la guerra psicológica: era una advertencia de que iba muy en serio y no se pensaba amedrentar.

Josefa Ignacia llevaba vestido y chaleco de percal, pañuelo oscuro, alpargatas y medias blancas. A ella la describen ágil como una gacela, a él como un luchador romano de recia musculatura. Mateo quería terminar rápido los tantos sin lograrlo. Joxepiñaxi jugaba fuerte, rápida, sacaba con brío, recogía todas las pelotas y las devolvía con maestría, aprovechaba sus ocasiones y recibía los aplausos. El marcador final fue contundente: 30-11 a favor de nuestra pelotari en tan solo 20 minutos.

El pueblo entero estalló de júbilo y la noticia corrió como la pólvora por los alrededores. Tanto fue así, que para el mediodía habían llegado caravanas de hombres y mujeres deseando ver un nuevo partido. El alcalde ante el tumulto que se había organizado quiso convencer a Mateo para jugar un nuevo partido, pero este juró que antes se dejaría hacer trizas que volver a jugar con la Joxpinixi.

Ante su negativa, el alcalde mandó a buscar a un pelotari con cierta fama, apodado Prancheas. El partido se disputó por la tarde de ese mismo día, y ella jugó de primera y volvió a ganar. Prancheas sufrió tal humillación que aseguró que nunca más volvería a tocar una pelota.

Al día siguiente, el 9 de marzo, jugó otro partido contra un francés en Tolosa. También el 25 de mayo de 1885, jugó en el frontón de Abando y parece que jugó otro partido en Ordizia. Su fama fue tal que le hicieron una oferta de 6.000 duros para ir a jugar a América, un fortunón para la época, pero ella no quiso dejar su tierra.

LAU BURU. 21 de mayo de 1885.

El pintor R. Gorrotxategi retrató su hazaña con la pintura al óleo titulada «Joxpinaxi». No hemos podido encontrar mejor reproducción (izquierda) que la de la Revista Lazkao 1982. Tiene gracia que el posado de Joxpinixi del cuadro es idéntico al de la foto de Pascual Marín de 1938 (imagen derecha), pero 53 años separan ambas imágenes.

La importancia de sus victorias y su calidad como pelotari también se acreditan por los bertsos que escribió Ramos Azkarate con el título de «Lazkauko Plaza» sobre los partidos jugados por Albisu.

“¿Cómo silenciar sin evocarlos, los dos partidos que la otra vez se han jugado en Lazkao? Todavía me resisto a creer que una doncella pudiera jugar de tal forma. Si las mujeres dominan no podremos vivir en paz”.

Y otra estrofa insinúa que Albisu no era la única capaz de ganar a los hombres: “¿Habrá otra semejante a ella, que pueda ganar tan fácilmente los dos partidos? ¡Ah, si fuera solamente ella…!”

La repercusión de su hazaña también se refleja en la prensa de la época, como en la detallada crónica de La Voz de Guipuzcoa, del 10 de marzo de 1885.

El Eco de San Sebastián, del 10 de marzo de 1885 reproducía literalmente la misma crónica. Y por cierto, si no os habéis dado cuenta, me gustaría llamar la atención sobre una cuestión muy importante: ninguna, absolutamente ninguna de las reseñas de prensa, ni tampoco los bertsos, citan el nombre y los apellidos de Josefa Ignacia Albisu. Y no, no es un despiste general ni una casualidad, sino una evidencia de la despersonalización e invisibilización absoluta padecida por las mujeres a lo largo de los siglos, pues ni siquiera realizando una proeza y logrando victorias memorables son merecedoras de figurar con su nombre y su apellido.

Otro detalle nada menor de esta crónica, es la referencia a que en Idiazabal había otra mujer pelotari, que debía ser igualmente un fenómeno. De ella no tenemos ni la más mínima referencia.

La Época. 15 de marzo de 1885.

Y para terminar, nada mejor que reproducir el texto del machista de turno, un tal N.B., quien saca a relucir sus complejos y sus prejuicios en un delirante artículo (El Guadalete, 22 de marzo de 1885), perpetrado a cuenta de los partidos ganados por Josefa Ignacia Albisu. Por fortuna hoy nos podemos divertir con su lectura e incluso podemos regodearnos con su penúltimo párrafo, que dice así: “Ahora se pondrá de moda este juego entre las señoras mujeres, y con esto habrán dado un pasito más en el camino de su emancipación absoluta”. Pues sí, tenía usted razón, y todavía hay a quien le escuece, pero a la mayoría nos satisface una barbaridad.

La increíble historia de la pelota vasca.

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